Conclusiones del Informe de Coyuntura Socioeconómica, septiembre de 2013
* Puede acceder al texto íntegro del Informe, a través del siguiente enlace Informe septiembre 2013
En su último informe, publicado a comienzos del mes de octubre, el Fondo Monetario Internacional acaba de revisar a la baja el crecimiento de la economía mundial previsto para este año, y estima ahora un avance del 2,9%, durante 2013, lo que supone una caída de tres décimas de punto en comparación con las previsiones que había anunciado este organismo durante el pasado verano, cuando estimó un crecimiento anual del 3,1 por ciento.
Este menor crecimiento se explica, ya no por un agravamiento de los efectos derivados de la crisis en las principales potencias del Globo, ni tan siquiera en la eurozona, tal y como ha venido sucediendo en las últimas revisiones, sino por el menor dinamismo que han comenzado a mostrar el conjunto de economías emergentes.
En un contexto en el que los precios de las materias primas tienden a la moderación, y los flujos de capital están comenzando a reorientarse nuevamente hacia a las economías avanzadas, aliviando así las condiciones de financiación de esos mercados, las tasas de crecimiento elevadas que han venido registrándose en economías como China, India, Rusia y Brasil, podrían perder intensidad.
Aunque el FMI confía en que las economías emergentes continuarán mostrando tasas de crecimiento intensas, que podrían alcanzar el 4,5% en su conjunto durante el presente año, frente a la previsión para los países más avanzados del 1,2%, sí es cierto que el crecimiento resultará inferior al registrado en años anteriores y al inicialmente previsto para este ejercicio.
No obstante, y pese a esta revisión a la baja, el FMI prevé para 2014 un crecimiento de la economía mundial del 3,6%, valor aún moderado pero más equilibrado y menos sometido a tensiones, siempre y cuando los países más avanzados logren consolidar los resultados que han comenzado a materializarse durante el último periodo. De hecho, para el próximo año se prevé que los países desarrollados aceleren su ritmo de crecimiento en casi 8 décimas y logren cerrar 2014 con un avance del 2,0 por ciento.
En Estados Unidos, todo parece apuntar, tras haberse pospuesto hasta febrero la decisión sobre el techo de déficit, y disipar, al menos de momento, los riesgos derivados la temida suspensión de pagos a la que se enfrentaba la Administración norteamericana, que el gasto público podría apuntalar el vigor que viene mostrando la demanda privada y facilitar un impulso de esa economía durante el próximo ejercicio, lo que contribuiría a mantener las previsiones de crecimiento en el 2,6 por ciento.
Mientras, la economía de Japón, tras registrar durante 2012 y 2013 incrementos en el entorno del 2%, gracias a la contribución pública y al mantenimiento de una política monetaria expansiva, deberá ahora afrontar un ajuste fiscal durante el próximo año y la consecuente moderación de su crecimiento, que según el FMI rondará el 1,2% durante el próximo ejercicio.
En este contexto, los últimos datos confirman que la zona del euro abandonará este año la fase de recesión y, tras cerrar 2013 con un descenso del 0,4%, según el FMI, logrará crecer a un ritmo del 1,0% durante 2014.
No obstante, el organismo internacional mantiene la cautela pues, a su juicio, persisten aún riesgos estructurales que frenan la recuperación en la eurozona, localizados principalmente en la debilidad de los países de la periferia y en el retraso en la puesta en marcha de la Unión Bancaria.
En lo que se refiere a España, el FMI ha revisado al alza las previsiones que había anunciado para el próximo año, y ahora confía en que nuestra economía logre cerrar 2014 con un incremento del 0,2 por ciento, lo que supone dos décimas de punto porcentual por encima de la última revisión publicada el pasado julio.
Se trata de una previsión inferior a la que maneja el Ejecutivo, cuya estimación según el proyecto de Ley de Presupuestos del Estado se situaría en el 0,7%, una dato prudente a la vista del panel de consenso de analistas e instituciones nacionales e internacionales. No tan prudentes, sin embargo, resultan otras previsiones incorporadas en los presupuestos del Estado como la estimación de ingresos no financieros que prevé un avance del 2,1%, un valor que podría tildarse de excesivo a juzgar por la previsiones de crecimiento.
Volviendo a las previsiones de crecimiento, la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS) ha revisado también al alza sus estimaciones en la primera semana de octubre hasta el 1,0% durante 2014.
Estas revisiones al alza se fundamentan en un esperado avance de la inversión y el consumo privado durante el próximo año que podría amortiguar gran parte de la contracción que experimentará el gasto público durante el próximo ejercicio, que también se prevé menos intensa que en años anteriores, con lo que la aportación negativa de la demanda interna resultaría inferior en un contexto en el que las exportaciones prolongarán su senda de crecimiento.
Las nuevas perspectivas de crecimiento para nuestro país parecen alinearse mejor con la evolución más reciente de la Contabilidad Nacional publicada por el INE, según la cual nuestra economía logró cerrar el segundo trimestre del año con un descenso moderado de un 0,1%, en respuesta a un comportamiento menos negativo de la demanda interna.
En este contexto, la mayoría de los indicadores referidos al ámbito financiero respaldan en su evolución el devenir del contexto macroeconómico general. Así, por ejemplo, la prima de riesgo de la deuda española frente al bono alemán ha logrado mantenerse por debajo de los 250 puntos básicos tras el verano, distanciándose sustancialmente de los máximos que se llegaron a registrar durante el pasado año, cuando el valor de la prima de riesgo llegó a situarse por encima de los 600 puntos básicos, su valor máximo alcanzado antes del verano.
Esto supone que el valor de la rentabilidad exigida al título de deuda española resulta inferior al del año pasado, lo que se traduce en un menor coste de financiación para las arcas públicas.
No en vano, según ha anunciado el Gobierno, aunque el capítulo de gastos financieros continúa representando una parte importante del presupuesto de gasto, se prevé una disminución para 2014 del 5,2 por ciento.
En síntesis, el panorama para el próximo ejercicio puede calificarse como positivo, si bien los efectos sobre el empleo no comenzarán a apreciarse hasta la segunda mitad de 2014, cuando según el informe económico y financiero que acompaña al proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2014, comenzarán a experimentarse incrementos en la ocupación en nuestro país.
En este contexto, la economía canaria también está comenzando a dar algunos síntomas de mejora, aunque estos resultan aún muy incipientes y se encuentran sujetos a una condicionalidad elevada.
Los últimos datos de paro registrado han constatado un nuevo descenso mensual del 0,7% del desempleo en Canarias, a diferencia de lo sucedido en el contexto nacional, donde el mes de septiembre se ha saldado con un ligero incremento del desempleo del 0,54 por ciento.
Todos los sectores productivos han logrado reducir el nivel de paro, aunque de manera destacada en la construcción, donde se contabilizan 1.293 desempleados menos, si bien esta caída se relaciona con el creciente desánimo que genera la persistente falta de expectativas laborales entre los demandantes de empleo en esta actividad, más que con una eventual mejora de la situación productiva de un sector sumido en un prolongado estancamiento, como consecuencia de la debilidad de la inversión tanto pública como privada.
En cambio, la reducción del paro registrado experimentada por el resto de los sectores si está asociada a mejoras relativas, aunque aún muy moderadas, en las condiciones productivas en las que se circunscriben.
En este sentido, el conjunto de los servicios lograba reducir el número de desempleados 1.098 personas, y la industria lo hacía en 121 parados menos, seguidos de la agricultura, donde la lista oficial de parados se ha reducido en 54 personas.
No obstante, el colectivo “sin empleo anterior” ha vuelto a elevar el número de desempleados inscritos, en esta ocasión en 557 personas, lo que se traduce en un incremento relativo mensual del 3,29 mensual.
Con los resultados de paro registrado en septiembre, Canarias acumula su cuarto descenso consecutivo en el número de inscritos, dibujando el inicio de una fase descendente que podría mantenerse durante el tramo final del año, habida cuenta de la evolución favorable que mostrará la demanda turística y una eventual mejora en la actividad vinculada a la época navideña.
En la misma línea, los datos de afiliación a la seguridad Social a último día del mes ponen de manifiesto un avance en el empleo, y en Canarias se contabilizan según datos a último día del mes, 6.672 afiliados más que en agosto, en términos relativos un 1,03% más, frente a la caída del 0,9% observada a escala nacional, donde se pierden 31.139 afiliados.
En idéntico sentido parecen alinearse indicadores de actividad claves como la llegada de turistas extranjeros, que continúa superando durante septiembre los datos de hace un año y muestra un incremento interanual del 4,7%, acumulando así un crecimiento durante los primeros nueve meses del año del 1,7%; el Índice de Comercio al Por Menor, que avanza un 2,7% interanual en agosto; o la producción de energía eléctrica, que por segundo mes consecutivo registra tasas mensuales de crecimiento, al cifrar un avance durante agosto del 2,7 por ciento.
No obstante, aún resulta prematuro hablar de recuperación, dado que la mejora del contexto macroeconómico y financiero no han podido trasladarse aún a la actividad, y en consecuencia, al empleo y al consumo.
De hecho, hay que recordar que a pesar de algún atisbo de mejoría en el consumo, este permanece todavía en una situación de debilidad. Así lo constata por ejemplo la inflación, que registra un descenso del 0,4% durante el periodo comprendido entre los meses de septiembre de 2012 y 2013, una caída en los precios que puede incluso tener mayor recorrido durante los próximos meses, a medida que terminen de disiparse los efectos sobre los precios derivados de las sucesivas subidas de impuestos y del encarecimiento de productos y servicios introducidos a partir de cambios normativos en el ámbito de la sanidad o la educación.